Dispositivos electromecánicos.
En el primer tercio del siglo XX, con el desarrollo de la electrónica, se empiezan a solucionar los problemas técnicos que acarreaban las máquinas mecánicas, reemplazándose los sistemas de engranaje y varillas por impulsos eléctricos, estableciéndose que cuando hay un paso de corriente eléctrica será representado con un “1” y cuando no haya un paso de corriente eléctrica se representaría con un “0”.
De esta forma, se crearon las primeras calculadoras electromecánicas que funcionaban a base de relés. Al poseer los relés dos estados (abierto y cerrado), constituyen el elemento ideal para representar los dos dígitos de la numeración binaria (0 y 1), y para constituir elementos de memoria capaces de albergar resultados parciales. Además, estos instrumentos eran capaces de seguir secuencias de instrucciones almacenadas previamente sobre tarjetas perforadas.
Entre 1939 y 1944, Howard Aiken, de la Universidad de Harvard, en colaboración con IBM, desarrolló el Mark I, conocido como Calculador Automático de Secuencia Controlada. Fue un computador electromecánico de 16 metros de largo y unos 2 de alto. Tenía 700.000 elementos móviles y varios centenares de kilómetros de cables. Podía realizar las cuatro operaciones básicas y trabajar con información almacenada en forma de tablas. Operaba con números de hasta 23 dígitos y podía multiplicar tres números de 8 dígitos en un segundo.
A partir de este momento, la evolución de los ordenadores suele dividirse por generaciones. Estas generaciones están definidas normalmente por la introducción de un cambio en la forma en que se construían los ordenadores o bien en un cambio en la forma en que el ser humano se comunicaba con ellos.